A pesar del vehemente discurso contra la corrupción del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, México llega a este Día Internacional Contra la Corrupción sin una clara estrategia gubernamental para combatirla y con escándalos familiares que manchan la imagen del presidente.
Su constante discurso contra la corrupción contrasta con los resultados a dos años de su Gobierno. El pasado lunes, tuvo que salir al paso ante la noticia de que su prima Felipa Obrador recibió cerca de 365 millones de pesos (18,43 millones de dólares) en contratos otorgados por la petrolera estatal Pemex durante la actual Administración.
Y no es la primera vez que López Obrador tiene que dar la cara por un familiar. El pasado agosto, se filtraron dos videos que muestran a su hermano Pío López Obrador recibiendo supuestos sobornos durante una campaña electoral local en 2015. El presidente dijo «no abogar por nadie» y ordenó que se investigara, pero tras las pesquisas, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) no encontró «nada que fuera significativo».
Y en julio, las autoridades tuvieron que sancionar a la empresa del hijo de Manuel Bartlett, estrecho colaborador de López Obrador, tras conocerse que vendió al Gobierno ventiladores para enfermos de COVID-19 a un precio superior al de mercado.